Circular por España observando y analizando nuestras infraestructuras viales es toda una experiencia...
Tengo la desgracia de viajar frecuentemente entre Madrid y Granada, y siempre dedico tales maldiciones a los culpables de mis cabreos (y a su parentela), que como un día me mate en el trayecto, iré al infierno con escolta y banda de música, porque apañados iban con que se cumpliera sólo un 10% de mis deseos.
A grandes rasgos, la secuencia de mi amostazamiento es ésta: Salgo de Madrid y sobrellevo bastante bien las deficiencias e incoherencias hasta la Cuesta de la Reina (poco antes de Aranjuez), cuya limitación a 80 Km/h empieza a templarme el cueceleches.
Al acabar la bajada, una interminable limitación a 100 Km/h me aconseja ir casi más pendiente del retrovisor que de lo que hay por delante, para controlar a los que van a pasarme y a los vehículos pesados que se me echan encima.
A continuación ya me puedo concentrar en el velocímetro para no superar 132 Km/h en las peligrosísimas rectas que recorro, ni rebasar las limitaciones puntuales (claramente pensadas para autobuses de dos pisos sin amortiguadores y con el superior retacado de plomo) de algunas curvas en las que cuesta no distraerse admirando las vistosas señalizaciones irregulares que las adornan.
Otro ameno entretenimiento son las señalizaciones contradictorias. Por ejemplo, en el kilómetro 135 indica "100 Km/h durante 4 kilómetros", pero es mentira. Esos 4 Km incluyen limitaciones inferiores —y, cosa rara, sin final señalizado—, así que si no se tienen buenas dotes de observación y concentración, hay momentos en que ya no sabes qué han decidido "por nuestra seguridad" los próceres del tráfico.
Pero no todo va a ser criticar. Conste que algunos tramos restringidos por limitaciones y prohibiciones sí tienen señalizada su finalización. Nunca he llevado la cuenta, pero estoy seguro de que entre ida y vuelta Madrid-Granada, por lo menos dos... ¡y puede que incluso haya más! De todas formas, si hay faltas, ¿qué pasa? ¿No tienen cuentakilómetros los automóviles...? Pues al ver "Limitación durante X Km", miras cuánto marca, sumas X, y ya sabes dónde acaba el tramo; ¿o tienen que dárnoslo todo hecho?
Luego, en el kilómetro 220 empieza otra limitación a "100 Km/h durante 5 kilómetros" que ni la ultra prudencia justificaría en un 20% de su ámbito. ¿Por qué limitarán todo el tramo, en vez de sólo puntos concretos?, me pregunto. Y como aún no se me ha pasado por completo el efecto de la tila que tomé antes de salir, me respondo: Ah, claro, para que no malgastemos combustible y castiguemos los frenos con sucesivos e innecesarios cambios de ritmo. Vamos, que es por nuestro bien, como siempre.
Y a partir de ahí..., ¡a partir de ahí son tantas cosas, que me veo obligado a abreviar! Ora, un cartelito cunetero artesanal (me niego a llamar señalización a eso) indica "Tramo en mal estado 15 Km", cuando debiera poner "Carril derecho no apto para circular... y por el izquierdo con cuidado"; ora, Despeñaperros, cuyo pavimento no destaca precisamente por bueno y cuyas limitaciones de velocidad, de puro lentas, rozan lo peligroso; ora, señales de obras dejadas ahí aunque ya no hay obra que las justifique; ora, tranquilizadores carteles avisadores de "zona inundable"...
Así, suma y sigue, a la altura de Bailén se toma el desvío a Jaén —localidad que se alcanza sin mayores incidencias— y desde allí a Granada..., no sé si aún existe, pero en tiempos había una asociación de víctimas de esa carretera, y desde luego, hoy apenas hay menos motivos para que exista que cuando se fundó.
Allí se entiende que cada vez más gente compre todoterrenos para circular exclusivamente por la red asfaltada. Pero el que avisa no es traidor: señalizaciones con fondo amarillo —¡gnoro si porque se previeron provisionales o porque ya amarillean de puro viejas— advirtiendo de "Firme deformado en 15 Km", "Firme deformado en 10 Km" (a continuación del anterior), "Badenes" (donde la suspensión hace tope y los camiones dejan huella de sus saltos), etc, para mí son ejemplos de señalización perfecta: están plenamente justificadas, y junto con sus limitaciones de velocidad, son lo más que puede hacerse por nuestra seguridad..., salvo que se subsanasen las deficiencias, cosa que aunque quizá nadie haya caído en la cuenta, tampoco perjudicaría a nuestra seguridad.
En fin, ¡para qué seguir! A esas alturas ya he pecado tanto con el pensamiento, que ni la penitencia de hacer ese trayecto me hace merecer la absolución. Ah, y el recorrido inverso no tiene nada malo que envidiar.
¿Y qué le ocurre a mi mente durante el viaje? Pues que piensa cosas como que para permitirse aconsejar, llamar a la prudencia y hacer agresivas campañas que poco menos nos tildan de suicidas (cosa que quizá seamos en mayor o menor medida por el mero hecho de conformarnos con lo que hay y seguir circulando), teniendo tantas deficiencias la ruta que une el centro y noroeste peninsular con la Costa del Sol y Sierra Nevada (total, casi nada, sobre todo en fines de semana y periodos vacacionales), y siendo esas deficiencias —y otras mucho más graves— habituales en la generalidad de nuestra red vial, debe hacer falta tener muy poca vergüenza, o dicho de modo más coloquial, tener una jeta... ¡De Gran Tamaño!
Y no me vale lo de que "ese tramo no es competencia nuestra, sino de...", mediante el que las Administraciones se pasan la patata tibia (no la llamo caliente porque está claro que no les quema). A mí, como administrado afectado, lo que me importa es que hay deficiencias peligrosas, que de esas deficiencias hay responsables con nombres y apellidos, que esos responsables tienen sueldos y prebendas oficiales e incluso títulos honoríficos, que a esos responsables rara vez se les exigen responsabilidades, y que, por menos de nada, las mamás que los parieron estarán tan ufanas. Y así nos va, claro, y así pasa lo que pasa cada día en nuestras carreteras.
Tengo la desgracia de viajar frecuentemente entre Madrid y Granada, y siempre dedico tales maldiciones a los culpables de mis cabreos (y a su parentela), que como un día me mate en el trayecto, iré al infierno con escolta y banda de música, porque apañados iban con que se cumpliera sólo un 10% de mis deseos.
A grandes rasgos, la secuencia de mi amostazamiento es ésta: Salgo de Madrid y sobrellevo bastante bien las deficiencias e incoherencias hasta la Cuesta de la Reina (poco antes de Aranjuez), cuya limitación a 80 Km/h empieza a templarme el cueceleches.
Al acabar la bajada, una interminable limitación a 100 Km/h me aconseja ir casi más pendiente del retrovisor que de lo que hay por delante, para controlar a los que van a pasarme y a los vehículos pesados que se me echan encima.
A continuación ya me puedo concentrar en el velocímetro para no superar 132 Km/h en las peligrosísimas rectas que recorro, ni rebasar las limitaciones puntuales (claramente pensadas para autobuses de dos pisos sin amortiguadores y con el superior retacado de plomo) de algunas curvas en las que cuesta no distraerse admirando las vistosas señalizaciones irregulares que las adornan.
Otro ameno entretenimiento son las señalizaciones contradictorias. Por ejemplo, en el kilómetro 135 indica "100 Km/h durante 4 kilómetros", pero es mentira. Esos 4 Km incluyen limitaciones inferiores —y, cosa rara, sin final señalizado—, así que si no se tienen buenas dotes de observación y concentración, hay momentos en que ya no sabes qué han decidido "por nuestra seguridad" los próceres del tráfico.
Pero no todo va a ser criticar. Conste que algunos tramos restringidos por limitaciones y prohibiciones sí tienen señalizada su finalización. Nunca he llevado la cuenta, pero estoy seguro de que entre ida y vuelta Madrid-Granada, por lo menos dos... ¡y puede que incluso haya más! De todas formas, si hay faltas, ¿qué pasa? ¿No tienen cuentakilómetros los automóviles...? Pues al ver "Limitación durante X Km", miras cuánto marca, sumas X, y ya sabes dónde acaba el tramo; ¿o tienen que dárnoslo todo hecho?
Luego, en el kilómetro 220 empieza otra limitación a "100 Km/h durante 5 kilómetros" que ni la ultra prudencia justificaría en un 20% de su ámbito. ¿Por qué limitarán todo el tramo, en vez de sólo puntos concretos?, me pregunto. Y como aún no se me ha pasado por completo el efecto de la tila que tomé antes de salir, me respondo: Ah, claro, para que no malgastemos combustible y castiguemos los frenos con sucesivos e innecesarios cambios de ritmo. Vamos, que es por nuestro bien, como siempre.
Y a partir de ahí..., ¡a partir de ahí son tantas cosas, que me veo obligado a abreviar! Ora, un cartelito cunetero artesanal (me niego a llamar señalización a eso) indica "Tramo en mal estado 15 Km", cuando debiera poner "Carril derecho no apto para circular... y por el izquierdo con cuidado"; ora, Despeñaperros, cuyo pavimento no destaca precisamente por bueno y cuyas limitaciones de velocidad, de puro lentas, rozan lo peligroso; ora, señales de obras dejadas ahí aunque ya no hay obra que las justifique; ora, tranquilizadores carteles avisadores de "zona inundable"...
Así, suma y sigue, a la altura de Bailén se toma el desvío a Jaén —localidad que se alcanza sin mayores incidencias— y desde allí a Granada..., no sé si aún existe, pero en tiempos había una asociación de víctimas de esa carretera, y desde luego, hoy apenas hay menos motivos para que exista que cuando se fundó.
Allí se entiende que cada vez más gente compre todoterrenos para circular exclusivamente por la red asfaltada. Pero el que avisa no es traidor: señalizaciones con fondo amarillo —¡gnoro si porque se previeron provisionales o porque ya amarillean de puro viejas— advirtiendo de "Firme deformado en 15 Km", "Firme deformado en 10 Km" (a continuación del anterior), "Badenes" (donde la suspensión hace tope y los camiones dejan huella de sus saltos), etc, para mí son ejemplos de señalización perfecta: están plenamente justificadas, y junto con sus limitaciones de velocidad, son lo más que puede hacerse por nuestra seguridad..., salvo que se subsanasen las deficiencias, cosa que aunque quizá nadie haya caído en la cuenta, tampoco perjudicaría a nuestra seguridad.
En fin, ¡para qué seguir! A esas alturas ya he pecado tanto con el pensamiento, que ni la penitencia de hacer ese trayecto me hace merecer la absolución. Ah, y el recorrido inverso no tiene nada malo que envidiar.
¿Y qué le ocurre a mi mente durante el viaje? Pues que piensa cosas como que para permitirse aconsejar, llamar a la prudencia y hacer agresivas campañas que poco menos nos tildan de suicidas (cosa que quizá seamos en mayor o menor medida por el mero hecho de conformarnos con lo que hay y seguir circulando), teniendo tantas deficiencias la ruta que une el centro y noroeste peninsular con la Costa del Sol y Sierra Nevada (total, casi nada, sobre todo en fines de semana y periodos vacacionales), y siendo esas deficiencias —y otras mucho más graves— habituales en la generalidad de nuestra red vial, debe hacer falta tener muy poca vergüenza, o dicho de modo más coloquial, tener una jeta... ¡De Gran Tamaño!
Y no me vale lo de que "ese tramo no es competencia nuestra, sino de...", mediante el que las Administraciones se pasan la patata tibia (no la llamo caliente porque está claro que no les quema). A mí, como administrado afectado, lo que me importa es que hay deficiencias peligrosas, que de esas deficiencias hay responsables con nombres y apellidos, que esos responsables tienen sueldos y prebendas oficiales e incluso títulos honoríficos, que a esos responsables rara vez se les exigen responsabilidades, y que, por menos de nada, las mamás que los parieron estarán tan ufanas. Y así nos va, claro, y así pasa lo que pasa cada día en nuestras carreteras.
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