Considero deber de buen ciudadano proponer una Campañita navideña que llevaría a límites aún inalcanzados la habitual línea "DGT-Gobierno de España" (de tan notables resultados), convencido de que así incrementaría su eficacia.
Empecé a rumiar la idea el pasado junio, cuando la ocurrencia de enriquecer la campaña de control de alcoholemia con charlas in situ de lesionados medulares. Poco después, en el artículo "DGT = ¿DIRECCIÓN GENERAL DE QUÉ...?", que publiqué en este Blog el 08/08/07, lo califiqué de "ideón" y me comprometí a revisarlo en el futuro buscando el máximo aprovechamiento de su potencial. Pues bien, creo que éste es buen momento para cumplir.
El núcleo de mi razonamiento es que las campañitas basadas en mensajillos truculentos, accidentados varios acercándose a la ventanilla para contarte sus vidas y desgracias, coches siniestrados (con notita explicativa, claro) diseminados por calles y carreteras, cual macabros sustitutos de los belenes (ya que laicismo mola...) y ocurrencias similares, sólo son medias tintas, pues a todo se acostumbra uno y aun suponiéndoles alguna efectividad, confío en que sería momentánea y en que el mal trago (puede que para alguien lo sea) se olvide apenas reiniciada la marcha. Si no, ¿te imaginas conduciendo trémulo y sudoroso, pensando obsesivamente: "Joder, si es que es verdad, es que puedo pegármela y quedarme tullido, o matar a alguien..., ¡o yo qué sé!"?
Apenas logro imaginar un estado de ánimo y concentración menos adecuado para conducir (creo que cualquier persona sensata estará de acuerdo y no querría verse en semejante tesitura), pero como ese es uno de los objetivos más perseguidos por la DGT-GdE, evidentemente convencida de que no hay mejor preventivo que la secuencia intimidación-acoquinamiento-represión, y donde hay patrón no manda marinero, vuelvo a la exposición de mi idea, que empezó a redondearse al venirme a la memoria una campaña navideña contra el hambre, de hace muchos años, cuyo mensaje era: "Estas navidades, sienta un pobre a tu mesa".
Entonces lo vi claro: Lo que hace falta es un recordatorio permanente, y qué mejor recordatorio... que sentar un muerto al lado del conductor. Eso sí que impresionaría, ¡y constantemente! Ah, y "por nuestra seguridad", sería obligatorio, claro; y quien no lo lleve, ¡a la cárcel! Brillante, ¿verdad?
Lo malo es que como casi todas las ideas brillantes, ponerla en práctica plantearía algunos problemas, pero el principal creo haberlo resuelto, y en cuanto a lo que no haya previsto adecuadamente, que lo hagan quienes se encargarían de decretar e imponer la medida (no se lo voy a dar todo hecho... y gratis).
El problema al que me refiero es que los cadáveres podrían manchar la tapicería al rezumar sus humores (obligando a poner fundas impermeables, lo que encarecería la instalación) y no habría suficientes para todos, amén de que subirían de precio al crecer la demanda, y ni la crisis ni la inflación están para bromas. Por eso creo que podrían sustituirse por hiperrealistas muñecos mutilados, con algunas vísceras colgando e impregnados del adecuado tufillo pútrido (así, podrías no mirarlo, ¡pero a ver cómo ignorabas el hedor!), cuya fabricación y distribución generaría riqueza y puestos de trabajo.
Luego, acabada la temporada, los muñecos se guardarían en casa, en el maletero... o en la última fila de asientos, aprovechando que cada vez están más de moda los "7 plazas", pese a que rara vez se llevan todas ocupadas (he ahí otra ventaja de los muñes sucedáneos, pues para evitar su deterioro, los cadáveres auténticos habría que tenerlos en formol o en el frigorífico). Y en cuanto llegase otra fecha que la DGT-GdE considerase adecuada (puentes, vacaciones, etc), a ponerlos de nuevo.
Ah, y si la medida tuviera el éxito previsible, pues permanentemente colocados en el ahora llamado "asiento de la muerte", que podría pasar a llamarse "asiento del muerto". De hecho, llegado el caso, incluso podrían venir instalados de fábrica, como cualquier otro elemento de seguridad (cinturones, air-bags, etc), lo que los abarataría considerablemente.
Hala, ahí queda la idea. Lamento que un problema técnico-informático me haya impedido divulgarla unos días antes (¡qué va, es mentira! Lo que pasa es que considero a la DGT-GdE capaz de cualquier disparate y me daba miedo que alguien pensara: "Anda, mira, pues no está mal esto"). Aun así, no me quedo del todo tranquilo porque si llega a manos de quien tenga poder y clarividencia para hacerla realidad, puede percatarse de que si es tarde para aplicarla ahora, hay más días que longanizas... y ya vendrán puentes mil, Semanas santas, veranos..., etc. ¡Veremos, pero de momento, FELICES FIESTAS!
Empecé a rumiar la idea el pasado junio, cuando la ocurrencia de enriquecer la campaña de control de alcoholemia con charlas in situ de lesionados medulares. Poco después, en el artículo "DGT = ¿DIRECCIÓN GENERAL DE QUÉ...?", que publiqué en este Blog el 08/08/07, lo califiqué de "ideón" y me comprometí a revisarlo en el futuro buscando el máximo aprovechamiento de su potencial. Pues bien, creo que éste es buen momento para cumplir.
El núcleo de mi razonamiento es que las campañitas basadas en mensajillos truculentos, accidentados varios acercándose a la ventanilla para contarte sus vidas y desgracias, coches siniestrados (con notita explicativa, claro) diseminados por calles y carreteras, cual macabros sustitutos de los belenes (ya que laicismo mola...) y ocurrencias similares, sólo son medias tintas, pues a todo se acostumbra uno y aun suponiéndoles alguna efectividad, confío en que sería momentánea y en que el mal trago (puede que para alguien lo sea) se olvide apenas reiniciada la marcha. Si no, ¿te imaginas conduciendo trémulo y sudoroso, pensando obsesivamente: "Joder, si es que es verdad, es que puedo pegármela y quedarme tullido, o matar a alguien..., ¡o yo qué sé!"?
Apenas logro imaginar un estado de ánimo y concentración menos adecuado para conducir (creo que cualquier persona sensata estará de acuerdo y no querría verse en semejante tesitura), pero como ese es uno de los objetivos más perseguidos por la DGT-GdE, evidentemente convencida de que no hay mejor preventivo que la secuencia intimidación-acoquinamiento-represión, y donde hay patrón no manda marinero, vuelvo a la exposición de mi idea, que empezó a redondearse al venirme a la memoria una campaña navideña contra el hambre, de hace muchos años, cuyo mensaje era: "Estas navidades, sienta un pobre a tu mesa".
Entonces lo vi claro: Lo que hace falta es un recordatorio permanente, y qué mejor recordatorio... que sentar un muerto al lado del conductor. Eso sí que impresionaría, ¡y constantemente! Ah, y "por nuestra seguridad", sería obligatorio, claro; y quien no lo lleve, ¡a la cárcel! Brillante, ¿verdad?
Lo malo es que como casi todas las ideas brillantes, ponerla en práctica plantearía algunos problemas, pero el principal creo haberlo resuelto, y en cuanto a lo que no haya previsto adecuadamente, que lo hagan quienes se encargarían de decretar e imponer la medida (no se lo voy a dar todo hecho... y gratis).
El problema al que me refiero es que los cadáveres podrían manchar la tapicería al rezumar sus humores (obligando a poner fundas impermeables, lo que encarecería la instalación) y no habría suficientes para todos, amén de que subirían de precio al crecer la demanda, y ni la crisis ni la inflación están para bromas. Por eso creo que podrían sustituirse por hiperrealistas muñecos mutilados, con algunas vísceras colgando e impregnados del adecuado tufillo pútrido (así, podrías no mirarlo, ¡pero a ver cómo ignorabas el hedor!), cuya fabricación y distribución generaría riqueza y puestos de trabajo.
Luego, acabada la temporada, los muñecos se guardarían en casa, en el maletero... o en la última fila de asientos, aprovechando que cada vez están más de moda los "7 plazas", pese a que rara vez se llevan todas ocupadas (he ahí otra ventaja de los muñes sucedáneos, pues para evitar su deterioro, los cadáveres auténticos habría que tenerlos en formol o en el frigorífico). Y en cuanto llegase otra fecha que la DGT-GdE considerase adecuada (puentes, vacaciones, etc), a ponerlos de nuevo.
Ah, y si la medida tuviera el éxito previsible, pues permanentemente colocados en el ahora llamado "asiento de la muerte", que podría pasar a llamarse "asiento del muerto". De hecho, llegado el caso, incluso podrían venir instalados de fábrica, como cualquier otro elemento de seguridad (cinturones, air-bags, etc), lo que los abarataría considerablemente.
Hala, ahí queda la idea. Lamento que un problema técnico-informático me haya impedido divulgarla unos días antes (¡qué va, es mentira! Lo que pasa es que considero a la DGT-GdE capaz de cualquier disparate y me daba miedo que alguien pensara: "Anda, mira, pues no está mal esto"). Aun así, no me quedo del todo tranquilo porque si llega a manos de quien tenga poder y clarividencia para hacerla realidad, puede percatarse de que si es tarde para aplicarla ahora, hay más días que longanizas... y ya vendrán puentes mil, Semanas santas, veranos..., etc. ¡Veremos, pero de momento, FELICES FIESTAS!
3 comentarios:
Andres,
¿Que pasaría si se embalsamaran los cadáveres?.
Podrian durar cientos de años.-
Por favor...¿como puedes escribir tan bien...? Absolutamente genial, te has superado. Ja ja, seguro que te copian la idea...
Definitivamente apuesto porque vengan instalados de fábrica: Si pasas de 120, se "sientan" a tu lado...
Genial
Un abrazo y ánimo con el Blog
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